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Me parece una reflexión importante, ya que introduce elementos fundamentales en la práctica profesional de la Institución de la Mediación. Las personas mediadores formamos un cuerpo único, independientemente de la formación de origen. Es evidente la pugna existente desde los comienzos del desarrollo de la Mediación, como formula eficaz a la gestión del conflicto, entre los profesionales del Derecho y los del campo de la Psicología, por «llevarse la Mediación» a su terreno, y en la esencia de esta lucha, aparece el desconocimiento de la institución de la Mediación. Una presentación inicial como «soy abogado y mediador o psicólogo y mediador», crea un contexto de intervención no apropiado para procesos de gestión de conflictos, y mas concretamente desde la perspectiva mediadora. Ello se deriva, bajo mi punto de vista, de un posicionamiento y actitud previa, en el que por una parte, se constata la pugna existente entre ambas disciplinas, y por otra parte, se prioriza la formación en Derecho o en Psicología a la formación en Mediación. Los profesionales de la Mediación no podemos caer en este error, porque ello redunda, sin duda, en un debilitamiento y mal posicionamiento de la profesión.
Las consideraciones que se aportan en el artículo de Alfonso Fabregat deberían hacernos pensar a los profesionales de la Mediación, ya que las principales debilidades de la Mediación, en ocasiones pueden ser generadas por nosotros y nosotras mismas